El mundo al comienzo era todo un jardín florido.
Allah, al crear al hombre, le advirtió:
- Cada vez que hagas una maldad, arrojarás en el mundo un granito de arena.
Los hombres, siendo malos, no el hicieron caso a Dios. Pensaron:
- ¿Quién va a notar uno, cien, mil granitos de arena en tamaño jardín lleno de flores?
Pasaron los años; los pecados se multiplicaron; y torrentes de arena inundaron el mundo.
Así aparecieron los desiertos, los cuales cada día se hacen más grandes. Entretanto, Allah sigue amonestando a los hombre.
- ¡No reduzcan todo mi mundo florido a un inmenso desierto!


Hermenegildo Zanuso, CUÉNTAME UN EJEMPLO.

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    Agosto 2013

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